De oriente a occidente brotan una amplia variedad de ´ericas` formando los conocidos brezales, sobre todo en terrenos de media montaña y formando mosaicos en el paisaje. Son plantas melíferas muy apreciadas en las zonas rurales de la región asturiana.
La erica ciliaris suele agruparse en comunidades de escaso porte llegando a los 70-80 cm de altitud. Suelen crecer particularmente en laderas de sierras y territorios colinos, por debajo de los 600-800 metros, sobre suelos mal drenados, en ocasiones arenosos, que a veces tienen una desecación superficial y cierto grado de mineralización. Ocasionalmente puede alcanzar cotas más elevadas.
La planta es ramosa con tallos leñosos y retorcidos, de color pardo-rojizo. Posee hojas persistentes, entre lanceoladas a ovales-agudas y con una franja blanquecina por debajo.
Se caracteriza de manera especial por presentar las flores en racimos terminales. Como otras ´ericas` muestra una corola en forma de recipiente con la parte final estrechada de color rosa fuerte o púrpura, aunque a veces aparecen pequeñas matas con flores blancas. El cáliz con sépalos de 4 lóbulos ovados o lanceolados.
En ocasiones surgen confusiones de identificación entre la erica ciliaris, la erica mackaiana y la erica tetralix, pues además de su parecido en algunas ocasiones crecen juntos en iguales o similares tipos de terrenos. Siempre existen particulares detalles diferenciadores pero a veces las dudas son inevitables.
En el sendero desde el Mirador del Fito hasta la Majada del Bustacu, en dirección al Picu Pienzu, bordeando el estrecho camino y especialmente en las laderas del Cantu la Teya, existen amplias aglomeraciones de ´ericas ciliaris` mezcladas con algunas ´ericas tetralix` que durante el período de floración, entre mayo y octubre, llaman la atención.