Resulta bastante fácil tropezar con esta planta, de flores un tanto peculiares, en los alrededores de las casas y cuadras de la zona rural, pues suele crecer en suelos ricos y nitrogenados.
Le encanta las zonas soleados aunque soporta la sombra. Es muy frecuente en suelos removidos, alterados, huertas, muros y taludes de toda Asturias.
De color verde claro y consistencia débil, es una planta que trepa y se desparrama hasta más de un metro del punto de salida, con hojas muy divididas en lóbulos.
Las flores tienen una coloración bastante variable, unas veces de color blanco con matices rosados, otras de color crema, es raro encontrar una enteramente blanca, pero todas suelen tener una tonalidad purpúrea o rojo fuerte al final de los pétalos. Habitualmente forman racimos de hasta 25 flores con largos pedúnculos.
El nombre de “fumaria” se debe a que el jugo de la planta genera lágrimas en los ojos de una manera similar al de un lugar lleno de humo. En el mundo de las supersticiones y creencias mágicas se le supone la virtud de atraer el dinero, como todas las especies de fumaria.
Una infusión de fumaria una vez a la semana por toda la casa se creía que tenía el poder de atraer el dinero y expulsar, al mismo tiempo, los malos espíritus.
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