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miércoles, 29 de enero de 2014

Amapola - Papaver rhoeas



   Es una planta herbácea anual, muy llamativa por sus flores de color rojo, con tallos que pueden alcanzar los 60 cm de altura, cubiertos al igual que las hojas de pelos largos y tiesos.



   Cada flor, ubicada al final de un largo y velloso pedúnculo, viene encerrada en un capullo orientado hacia el suelo formado por dos piezas que caerán al abrirse. La corola está formada por cuatro pétalos grandes, muy delicados y de color rojo vivo; dos de ellos quedan por fuera de los otros dos. En el centro hay una especie de botón rodeado de gran cantidad de estambres negruzcos que terminará formando una cápsula más larga que ancha.



   Florece de mayo a julio. Es muy frecuente en nuestra región y crece en prados, cultivos, rastrojos y bordes de caminos, desde el nivel del mar hasta los 1900 m. No soporta la sombra y prefiere el calor y suelos secos.
   Sus flores se conocían en el pasado por su acción sobre las enfermedades pulmonares y como soporífero para los niños.


   Se recolectan sus pétalos rojos antes de abrirse completamente. Se recogen a mano, con buen tiempo y a mediodía. Se ponen a secar en capas finas, a la sombra, aireándolas cada poco, en secadero la temperatura no puede superar los 35º C. Una vez desecados, se guardan en recipientes cerrados que les preserve de la luz y humedad. La medicina popular los emplea como sedantes, contra la ronquera y la tos irritante. Los pétalos no son tóxicos y el resto de la planta débilmente.


   Las semillas también son comestibles y, en ocasiones, se emplean para aromatizar pasteles, pan y ensaladas de frutas. Las hojas se usaban como espinacas o en ensaladas, pero no deben de ser utilizadas una vez formados los capullos de las flores ya que desarrollan cierta toxicidad. También se utiliza como materia colorante roja para las pociones, gargarismos y en licores. El gusto es un poco amargo.











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