Se dice que es una planta con algunas propiedades medicinales, la realidad es que la planta entera es muy tóxica y por lo tanto peligrosa, debido a diversos compuestos cardiotónicos y purgantes drásticos que contiene.
Incluso el contacto con la piel puede llegar a producir enrojecimiento de la misma, y la insistencia en su manipulación genera lesiones cutáneas más graves con la aparición de ampollas. En estos casos debemos utilizar guantes de latex.
Las distintas especies del género Helleborus han sido muy populares desde tiempos antiguos. Incluso fueron cultivadas en los jardines medievales, de ellas se ha dicho en muchas ocasiones que “son tan tóxicas como bellas”.
En Asturias son numerosas tanto las plantas de Helleborus foetidus como de Helleborus viridis, que por cierto la legislación no permite su cultivo debido a su peligrosa toxicidad, ni tampoco a ninguna de las especies este género. Curiosamente en las zonas de pastos, tanto el ganado vacuno como otros herbívoros no las comen.
Crece en la mitad norte de la Península Ibérica. Crece en zonas boscosas, es su hábitat natural, frecuente en laderas sombrías, barrancos, orlas forestales, sotobosques y otros lugares preferentemente con poca luz, y potencialmente húmedos.
Es una planta herbácea que posee un rizoma pequeño y horizontal del que van surgiendo raíces algo carnosas, con tallos de hasta 50 cm, desnudos por debajo de la mitad inferior. Poseen hojas con segmentos lanceolados de color verde claro, fuertemente dentadas y con márgenes irregularmente serrado.
Las flores, pocas y grandes aparecen en una inflorescencia terminal formada por entre 2 y 5 flores de color verde pálido o amarillento, algo inclinadas y con pétalos extendidos. Sépalos anchamente elípticos y persistentes. Florece desde enero-febrero hasta abril-mayo.
Se trata de una planta endémica de las montañas del norte peninsular, desde la cadena costera catalana, Pirineos, sistema ibericosoriano y cornisa cantábrica, suele ser habitual en toda la región asturiana.
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