Durante los meses de primavera y verano resulta agradable pasear por caminos y senderos cercanos a praderías o prados de siega, disfrutando el colorido de la diversidad herbácea del momento. Abundan las llamativas plantas del género Crepis con su singular color amarillo en contraste con el verde y otros colores florales.
Ciertamente los ejemplares de Crepis son muy abundantes en la mayoría de los prados de siega de Asturias, con diversas especies y subespecies muy similares. También es fácil localizarlas en las orillas de caminos y carreteras.
Es una planta herbácea con tallos robustos y ascendentes, normalmente ramificada que llega hasta los 90-110 cm de altura. Su raíz es leñosa y pivotante.
Las hojas de la base forman una roseta, son grandes y parecidas a las especies del género Taraxacum o ´diente de león`; las caulinares son más pequeñas, abrazantes y menos numerosas. Todas ellas poseen un borde dentado formando numerosos lóbulos triangulares.
Las flores forman capítulos pedunculados ubicados en las cimas de cada rama, formando inflorescencias multiflorales amarillas. Las brácteas que rodean estas inflorescencias forman involucros cilíndricos.
Las anteras son amarillas y los frutos son alargados, parduscos, terminados en pico y con vilanos. Florece desde enero-febrero hasta noviembre. Se encuentra en muchos rincones de la región asturiana, y a lo largo y ancho de la Península Ibérica. Naturalizada en gran parte del planeta.
Se trata de una especie muy cambiante en el tamaño, morfología de las hojas, número de hojas caulinares y capítulos, color de las ramas y tamaño de los aquenios, por lo que en muchas ocasionas resulta complicado una identificación precisa.
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